martes, 27 de marzo de 2012

Palacio de la Aljaferia. Zaragoza.



El nombre viene del rey de la taifa que promovió su construcción, conocido popularmente como Al-Jafar, perteneciente a la dinastía de los Banu Hud.




La Aljafería es un palacio fortificado construido en la segunda mitad del siglo XI por iniciativa de Al-Muqtadir como residencia de los reyes hudíes de Saraqusta. 
Este palacio de recreo llamado  «Qasr al-Surur» o Palacio de la Alegría refleja el esplendor alcanzado por el reino taifa en el periodo de su máximo apogeo político y cultural.
Su importancia radica en que es el único testimonio conservado de un gran edificio de la arquitectura islámica hispana de la época de las Taifas. 




Tras la reconquista de Zaragoza en 1118 por Alfonso I El Batallador pasó a ser residencia de los reyes cristianos de Aragón, con lo que la Aljafería se convirtió en el principal foco difusor del mudéjar aragonés. 
Fue utilizada como residencia regia por Pedro IV el Ceremonioso y posteriormente, en la planta principal, se llevó a cabo la reforma que convirtió estas estancias en palacio de los Reyes Católicos en 1492. En 1593 experimentó otra reforma que la convertiría en fortaleza militar, primero según diseños renacentistas que hoy se pueden observar en su entorno, foso y jardines y más tarde como acuartelamiento de regimientos militares. Sufrió reformas continuas, y grandes desperfectos, sobre todo con los Sitios de Zaragoza de la Guerra de la Independencia hasta que finalmente fue restaurada en la segunda mitad del siglo XX y actualmente acoge las Cortes de Aragón.
En su origen la construcción se hizo extramuros de la muralla romana, en el llano de la saría o lugar donde los musulmanes desarrollaban los alardes militares conocido como La Almozara
Con la expansión urbana a través de los años, el edificio ha quedado dentro de la ciudad. Se ha podido respetar a su alrededor un pequeño entorno ajardinado que le aísla incluso de la autopista que pasa a escasos metros.

 "al-musara",  explanada, situada fuera de las murallas de la ciudad.





La iglesia de San Martín aprovecha los lienzos del ángulo noroeste de la muralla, hasta el punto de que se usó uno de sus torreones como sacristía y dio nombre al patio que da acceso al recinto taifal.
En el exterior vemos la portada mudéjar de ladrillo  construida en tiempo de Martín I el Humano y abierta en el último tramo de la nave sur.
En las albanegas aparecen dos medallones cuadrilobulados que albergan escudos con la imagen de la insignia del rey de Aragón. 
La iglesia fue remodelada en el siglo XVIII. Toda la reforma fue eliminada durante las restauraciones de Francisco Íñiguez.

El deterioro de la Aljajeria continuó hasta que en 1947 el arquitecto Francisco Íñiguez Almech emprendiera, prácticamente en solitario, la tarea de su restauración integral, en la que estuvo ocupado hasta su muerte en 1982. Pero su monumental esfuerzo tuvo recompensa, pues tras las sucesivas actuaciones de Ángel Peropadre, Juan Antonio Souto en labores arqueológicas, y, a partir de 1985, de Luis Franco Lahoz y Mariano Pemán Gavín, que asumieron la integración del Parlamento de las Cortes de Aragón en su recinto, la Aljafería fue inaugurada como monumento histórico artístico en su actual esplendor en 1998 por el príncipe Felipe de Borbón.







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